viernes, 19 de diciembre de 2008

~Larga Espera~


~Su corazón ansiaba volverle a ver, lo esperaba con tantas ganas, que su corazón ardía con mucha fuerza, con tanta fuerza que no sabía como iba a reaccionar al verle, sabía que sentiría mucha alegría, mucha muchisíma pero por otra parte, sus nervios ya no controlaba y no sabía si su fuerza al abrazarle no provocaría una axfisia o algo así. También guardaba con ahinco la rosa que le dío cuando se marchó con el olor que le recordaba a su amado y de la que nunca se separo desde que se marcho y ahora que sabía que regresaba y por eso quería recordarle con ese olor tan dulce y penetrante que la volvía loca a rabiar. ~

Favole

martes, 16 de diciembre de 2008

Prefacio



Me sentía atrapada en una de esas pesadillas aterradoras en las que tienes que correr, correr hasta que te arden los pulmones, sin lograr desplazarte nunca a la velocidad necesaria. Las piernas parecían moverse cada vez más despacio mientras me esforzaba por avanzar entre la multitud indiferente, pero aun así, las manecillas del gran reloj de la torre seguían avanzando, no se detenían; inexorables e insensibles se aproximaban hacia el final, hacia el final de todo.

Pero esto no era un sueño y, a diferencia de las pesadillas, no corría para salvar mi vida; corría para salvar algo infinitamente más valioso. En ese momento, incluso mi propia vida parecía tener poco significado para mí.

Alice había predicho que existían muchas posibilidades de que las dos muriéramos allí. Tal vez el resultado habría sido bien diferente si aquel sol deslumbrante no la hubiera retenido, de modo que sólo yo era libre de cruzar aquella plaza iluminada y atestada de gente.

Y no podía correr lo bastante rápido...

... por lo que no me importaba demasiado que estuviéramos rodeados por nuestros enemigos, extraordinariamente poderosos. Supe que era demasiado tarde cuando el reloj comenzó a dar la hora y sus campanadas hicieron vibrar el enlosado que pisaban mis pies —demasiado lentos—. Entonces me alegré de que más de un vampiro ávido de sangre me estuviera esperando por los alrededores. Si esto salía mal, a mí ya no me quedarían deseos de seguir viviendo.

El reloj siguió dando la hora mientras el sol caía a plomo en la plaza desde el centro exacto del cielo.


"Prefacio"
Luna Nueva
Stephanie Meyer